domingo, 19 de abril de 2015

Tú ves sonrisas y alegría,
no ves la pena que hay detrás de todo eso.

Tú ves lo que quiero enseñarte,
no ves lo que crees que ves.

Tú sigues aquí porque tengo un punto masoquista,
tú te fuiste hace mucho tiempo.
Puede que ni siquiera llegaras a estar.

Y todo lo que puedo hacer es mirar recto.
Pero la cabeza se gira instintivamente a los lados.
Un instinto suicida que ganó la batalla al de la supervivencia.

Vivo en una constante agonía ajena a ti.
Porque yo soy ajeno a ti.

Y no dejo de preguntarme en que momento te di el poder,
el poder de convertirte en una maquina pasiva de provocarme dolor.

Quizás, obcecado en querer sentir,
no tuve en cuenta que el dolor también es un sentimiento.

Un sentimiento de esos que dejan rastro y te acompañan,
cómo los mejores perfumes y las peores pestes.



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