miércoles, 16 de abril de 2014

Yonki

Soy un Yonki.
Soy un yonki de todas cosas que no me dices.
Un yonki de las cosas que no he vivido.
Un Yonki de los recuerdos que me gustaría tener.

No hay metadona para este mono que tengo.
Mono de poder salir de dónde quiera que esté atrapado.
Mono de revolcarme en mi propia mierda.
No hay metadona para que se me pase este cuelgue.

No existe diferencia entre un yonki de un parque y yo.
No existe diferencia entre nosotros.
Ambos dependemos de algo que nos daña.
El dolor nos calma del dolor.
Sentimos más pena que dolor y la pena trae más dolor.
Dolor que se cura con dolor.

No hay metadona para el yonki.
No hay metadona para mi.
Los días pasan y cada vez estamos más consumidos.
Consumidos por el dolor que nos creamos y que nos cura.

Pero no hay metadona que nos haga desengancharnos.
Igual que tampoco nos queda voluntad para querer hacerlo.
Cómo hojas que caen al río y van a la deriva.
Eso es lo que somos, cuerpos inertes que se dejan llevar.

Porque cuando te vuelves yonki dejas de decidir.
Dejas de hacer cualquier otra cosa que no sea dejarte llevar,
Dejarte llevar por algo que se te ha ido de las manos.

Lo peor de todo, es lo peor de todo esto.
Lo peor es que no hay a quién culpar.
Y en estos casos se intenta culpar al que está más cerca.
Y no hay nadie más cerca que uno mismo.
Por más lejos que te hayas alejado de ti.

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